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viernes, 11 de enero de 2013

EL OMNIPRESENTE PROBLEMA DEL CONDICIONAMIENTO






Julia Minguillón, A escola de Doloriñas




"Todo empieza cuando el niño tiene apenas cinco o seis años, cuando entra en la escuela. Empieza con notas, calificaciones, premios, “bandas”, “medallas” estrellas y, en ciertas partes, hasta galones. Esta mentalidad de carreras de caballos, ese modo de pensar en vencedor y en vencidos, conduce a lo siguiente: “El escritor X está o no unos cuantos pasos delante del escritor Y. El escritor Y ha caído más atrás. En su último libro, el escritor Z ha rayado a mayor altura que el escritor A”. Desde el principio, se entrena al niño a pensar así: siempre en términos de comparación, de éxito y de fracaso. Es un sistema de desbroce: el débil se desanima y cae. Un sistema destinado a producir unos pocos vencedores siempre compitiendo entre sí. Según mi parecer – aunque no es éste el lugar donde desarrollarlo –, el talento que tiene cada niño, prescindiendo de su cociente de inteligencia, puede permanecer con él toda su vida, para enriquecerle a él y a cualquier otro, si esos talentos no fueran considerados mercancías con valor en un juego de apuestas al éxito.

Otra cosa que se enseña desde el principio es desconfiar del propio juicio. A los niños se les enseña sumisión a la autoridad, cómo averiguar las opiniones y decisiones de los demás y cómo citarlas y cumplirlas.

En la esfera política, al niño se le explica que es libre, demócrata, con un pensamiento y una voluntad libres, que vive en un país libre, que toma sus propias decisiones. Al mismo tiempo, es un prisionero de las suposiciones y dogmas de su tiempo, que él no pone en duda, debido a que nunca le han dicho que existieran. Cuando el joven ha llegado a la edad de escoger – seguimos dando por descontado que una elección es inevitable – entre el arte y las ciencias, escoge a menudo las artes por creer que ahí hay humanidad, libertad, verdadera elección. Él no sabe que ya ha sido moldeado por un sistema: ignora que la misma elección es una falsa dicotomía arraigada en el corazón de nuestra cultura. Quienes lo notan y no quieren ser sometidos a un moldeado ulterior, tienden a irse en un intento medio inconsciente e instintivo de encontrar trabajo donde no vuelvan a ser divididos contra ellos. Con todas nuestras instituciones, desde la policía hasta las academias, desde la medicina a la política, prestamos poca atención a los que se van, ese procedimiento de eliminación que siempre se produce y que excluye, muy tempranamente, a quienes podrían ser originales y reformadores, dejando a aquellos que se sienten atraídos por una cosa, porque eso es precisamente lo que ya son ellos mismos. Un joven policía abandona el cuerpo porque dice que no le gusta lo que debe hacer. Un joven profesor abandona la enseñanza, quebrantado su idealismo. Este mecanismo social funciona casi sin hacerse sentir; sin embargo, es poderoso como cualquiera para mantener nuestras instituciones rígidas y opresoras.
Esos muchachos, que se han pasado años dentro del sistema de entrenamiento, se convierten en críticos y comentaristas y no pueden dar lo que el autor, el artista, busca tan tontamente: juicio original e imaginativo. Lo que pueden hacer, y lo hacen muy bien, es decirle al escritor si el libro o la comedia concuerda con los modelos corrientes de pensar y sentir, con el clima de opinión. Son como el papel de tornasol. Son veletas valiosas. Son los barómetros más sensibles a la opinión pública. Podéis ver los cambios de modas y de opiniones entre ellos mucho antes que en ninguna parte, excepción hecha del terreno político – se trata de personas cuya educación ha sido precisamente ésa –, buscando fuera de ellas mismas para saber sus opiniones, para adaptarse a las figuras de la autoridad, para “oír opiniones”, frase maravillosa y reveladora.


Puede que no exista otro medio de educar al pueblo. Al menos, no lo creo. Entretanto, sería de gran ayuda describir por lo menos correctamente las cosas, llamarlas por su nombre. Idealmente, lo que debería decirse y repetirse a todo niño a través de su vida estudiantil, es algo así:

“Estáis siendo adoctrinados. Todavía no hemos encontrado un sistema educativo que no sea de adoctrinación. Lo sentimos mucho, pero es lo mejor que podemos hacer. Lo que aquí se os está enseñando es una amalgama de los prejuicios en curso y las selecciones de esta cultura en particular. La más ligera ojeada a la historia os hará ver lo transitorios que pueden ser. Os educan personas que han sido capaces de habituarse a un régimen de pensamiento ya formulado por sus predecesores. Se trata de un sistema de autoperpetuación. A aquellos de vosotros que sean más fuertes e individualistas que los otros, les animaremos para que se vayan y encuentren medios de educación por sí mismos, educando su propio juicio. Los que se queden deben recordar, siempre y constantemente, que están siendo modelados y ajustados para encajar en las necesidades particulares y estrechas de esta sociedad concreta.”

- Doris Lessing, premio nobel de literatura 2007, abandonou os estudos aos 14 anos, educando o seu propio xuízo, fóra do sistema educativo oficial.

EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS (DEAD POETS SOCIETY) - Carpe Diem












2 comentarios:

  1. Boa entrada e moi atinada pra mostrar a realidade que nos circunda. Os mandamases hisPPanos foron educados naquel nacional-catolicismo carpetovetónico(ainda vivo e coleante), amamantados no capricho de acadar o que se propuxeran e sempre apoiados polo tráfico de influencias e o caPPital das oligarquías, tamén están os que "se fixeron a si mesmos", pero, arrímanse a boa sombra que os acubilla e aspiran a medrar ó prezo que sexa, traballando pra eles. Tampouco compre esquecer a gran puta de babilonia: A igrexa, que absolve e perdoa en nome dun deus que manda... "truco"; fixo, fai e fará dos seres humanos, simples peleles. JU

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  2. Leremos este texto na escola. Por desgracia educar é moldear persoas o servicio dunha sociedade e dun poder establecido, pero tranquilos, sempre hai grietas que rompen o formigón máis resistente...

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