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sábado, 10 de mayo de 2014

CARMINA

A min , desde logo,  encantoume. Parece que a  Carlos Boyero, crítico esixente onde os haxa, tamén.

 

 

 

 

 

La memorable Carmina se despide

Paco León evidencia poseer un cerebro poderoso en las películas que se ha inventado. También osadía e imaginación en la forma de hacerlas llegar a público

El personaje por el que la inmensa mayoría de espectadores reconoce y se regocija con el actor Paco León es un tipo llamado Luisma en esa serie de televisión que parecía incombustible y que se titula Aída, muy valorada ella por todo tipo de público, incluidos los modernos y los posmodernos. El tal Luisma, al que interpreta con talento y gracia, es un exyonqui muy cortito de mente. Todo lo contrario de Paco León, señor que evidencia poseer un cerebro poderoso en las películas que se ha inventado. También osadía e imaginación en la forma de hacerlas llegar a público. Carmina o revienta se estrenó simultáneamente en las salas de cine, en DVD, en canales de pago de televisión y en plataformas digitales. En cuanto a su secuela Carmina y amén ha impuesto algo tan insólito como que en 125 salas los agradecidos espectadores no hayan tenido que pagar la entrada en el día anterior a su estreno. Nuevas y revolucionarias formas de intentar vender un producto. Al parecer, en el primer caso le salió bien. Al menos, la vio mucha gente. Ignoro si también ganó pasta con el experimento. Lo merecía.
CARMINA Y AMÉN
Dirección: Paco León.
Intérpretes: Carmina Barrios, Paco Casaus, María León, Yolanda Ramos, Teresa Casanova, Alejandro León.
Género: tragicomedia. España, 2013.
Duración: 98 minutos.
Además de un notable sentido del humor, entre castizo y negro sin desdeñar el surrealismo, Paco León reveló en Carmina o revienta que aunque el histrión más famoso de su familia fuera él y confirmara que su hermana María (esa actriz que resultaba luminosa y creíble en la forzada y llorona La voz dormida) poseía una naturalidad desarmante, la personalidad más torrencial, inquietante y destroyer de su familia pertenecía a su madre Carmina Barrios, persona de la que es imposible desentenderte cada vez que la enfoca la cámara. Su rostro, su gestualidad, su mirada, los giros de su voz, su risa, lo que dice, lo que calla, lo que sugiere, suponen un permanente espectáculo. Paco León utilizaba ese potencial histriónico que conoce inmejorablemente para crear un personaje tan disparatado como magnético, gracioso y excesivo, desvergonzado y astuto, costumbrista y volcánico.
La saga continua como Carmina y amén. Y deduzco por su tragicómico desenlace que Paco Leon la ha cerrado definitivamente.
Y me alegro. Sabia decisión. Si se hubiera exprimido más el tema, en función de su eco mediático (detesto esa sobada palabra, pero no se me ocurre otra), podía llegar a cansar. Aunque el amén de Carmina siga teniendo momentos graciosos y subversivos, algún diálogo hilarante (la presunta amiga de la Reina Sofía sigue arrancándome la carcajada), un planteamiento que te remite inevitablemente al mundo de Rafael Azcona. Que la esposa y la hija de un hombre que acaba de morir mantengan durante varios días el cadáver en casa para poder cobrar la inminente paga extraordinaria que este iba a recibir se le podría haber ocurrido al genial guionista de El pisito, El cochecito, Plácido y El verdugo. Tengo más que curiosidad ante las próximas películas de Paco León, de un director tan listo como raro.

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