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miércoles, 21 de septiembre de 2011
LA REINA SABIA.
Vivió hace muchos años una reina poderosa y sabia obsesionada por mantenerse en el poder. Separada del pueblo por grandes murallas y profundos fosos, cada día daba orden a sus leales para que las condiciones de vida de campesinos y trabajadores fuesen aceptables. Desde su palacio, entre lujos y tesoros, clamaba para que ninguno de sus súbditos pasase excesiva hambre o demasiado frío. Insistía a sus hombres de confianza para que sus gentes no padecieran miserias ni sufrieran emfermedades relacionadas con la pobreza. Les organizaba grandes fiestas, los invitaba a vino y bailes. "Que sean felices, que se diviertan", decía. A la reina no le importaba que su gente tuviese de todo...excepto educación. Las órdenes eran tajantes : nada de escuelas, nada de maestros, nada de libros. "Si le damos eso, sabrán tanto como yo. Y entonces se darían cuenta de que no me necesitan", sentenció.
Cuento sacado de un artículo de J. Pérez de Albéniz.
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¡Pero qué necia la reinona esta! ¿No se llamaría Esperanza, por casualidad?
ResponderEliminarLa Crono
Esa non chega nin a reinona de feira. Representa a uns votantes cheos de ignorante avaricia, maldade depredadora e faltos do humanismo máis elemental.
ResponderEliminarPos sí. De reinona nada,condesa consorte e jrasias.
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